“Los hombres que eligen a mujeres profundas a su lado son raros, porque aquellas que son superficiales y se centran principalmente en la apariencia causan menos problemas y son más fácilmente manejables.

Una mujer profunda, en cambio, busca diálogos y comparaciones constructivas, quiere y crea intimidad, tiene conciencia de sí misma y conoce sus propios límites y fortalezas. Una mujer profunda odia la superficialidad y la vulgaridad. No quiere complacer a todos, no se conforma sino que busca, sabe que su valor no reside en su apariencia sino en la tenacidad de su corazón.

Las mujeres profundas son como huracanes. No se detienen ante nada. Ríen y lloran sin vergüenza y si les apetece se sientan en el suelo o caminan descalzos como si fuera la cosa más normal del mundo. No temen los desafíos para encontrar lo que hay en sus corazones, ni el sufrimiento para perseguir sus ideales. No buscan en la pareja un líder a quien seguir, ni un hijo al que salvar. Pero sí un compañero con quien caminar.

Las mujeres, todas las mujeres, debemos recordar siempre quiénes somos y de qué somos capaces. ¡No deben tener miedo de mostrarse inteligentes, de quedarse suspendidos en las estrellas, de noche, apoyados en el balcón del cielo! Ser mujer es tan fascinante. Es una aventura que requiere valentía, un desafío que nunca aburre”.

Oriana Fallaci